Thursday, February 15, 2007

las crónicas del ridi. king of the roud

Recapitulemos.

Tengo 33 años.

Esto ya es malo de por sí.

A esta edad no sólo dejas de ser definitivamente una eterna promesa para ser una incumplida realidad, no señor. Además las tías empiezan a sospechar que, si a estas alturas sigues soltero, es que algo tienes. Es decir, que las que se te acercan son las que saben que la bipolaridad es una característica que comparten con el planeta Tierra sin necesidad de haber estudiado medicina. Y además, donde antes ponías el carnet joven y el pase VIP de alguna discoteca, ahora guardas el carnet de conducir y la tarjeta de tu seguro (a terceros, que aún así cuesta un cojón).


A más a más, a esta edad ya ha quedado demostrado que no estoy bien integrado en nuestra sociedad ¿Que qué hace falta para ser uno más en la sociedad?

Apunta:

- un trabajo, de los de llevar corbata o no. (Se gana más en los segundos y se va más cómodo. Aviso para navegantes).
- un piso (la hipoteca igual a status. A más hipoteca, más prestigio. No tengais miedo y meteos. Siguen baratos. Luego no digais que no os avisé)
- una rumana que te limpie y te planche (esto es como la hipoteca. Se están dando casos de señoras de la limpieza que están cobrando más la hora que socios de banca de inversión)
- una pareja estable (lo de gustarse o no gustarse, quererse o no quererse, son vicios privados. Ahí que cada cual se las componga)
- un coche, de los de verdad. La evolución natural del Excalextric y los juegos de la Playstation. Un coche, ese juguete que nos da un lugar en el mundo, mejor o peor, de mayor o menor precio, más grande o más pequeño, pero nos da un lugar en la carretera de la vida. En definitiva, un símbolo fálico. ÉL símbolo fálico (a ver...los que no pillasteis lo del fri flout es posible que os atasqueis con esto también: colica es igual a aparato reproductor masculino. Ya,...esto no lo pillais tampoco. Probad con miembro viril. Google es la leche. También recomiendo buscar en YouTube, la obra maestra de la canción “Tiene nombres mil”. Hacedlo, hacedlo).

¿En todos los casos? Nooo. Todavía quedan algunos irreductibles maños que no se han entregado a la orgía consumista que nos invade y que han decidido vivir al margen de las convenciones...hasta que se las puedan pagar, claro.

Como decía, tengo 33 años y hasta hace poco no tenía nada más que un trabajo de los de llevar corbata. Entre otras cosas de la lista, carecía de un coche con el que ir de Madrid a Zaragoza y viceversa. De hecho me saqué el carnet de conducir con veintitres años en Melilla y desde entonces (parece mentira, ha transcurrido toda un vida desde entonces) no había vuelto a tocar un coche, y menos que ninguno, el de mi padre.

Supongo que un efecto colateral de lo anterior es que el coche de mi padre gozara de una salud espléndida. A pesar de que, si fuera una persona, estaría a punto de ir a la Universidad, sus notas en la ITV siguen siendo de diez.

Total, que mi padre se compró un deportivo y yo heredé su buga. Todo un coche de papá y muy señor mío.

Momentos por los que recordaré esta efeméride:

Las clases de perfeccionamiento: sé que está mal llamarlas así, teniendo en cuenta lo poco que quedaba para perfeccionar después de diez años sin tocar un coche, pero es lo que ponía en la factura. Busqué una autoescuela barata. La encontré. El primer día, ya en el vehículo de la autoescuela, me extrañó un olor familiar cuando entró el profesor.

¿Jazmín? ¿Clavel? ¿Lavanda?

No. Como os digo, me era familiar: orujo. Bueno, bien pensado, esto igualaba un poco las fuerzas.

Al tío tardó en pasársele el pedo... más o menos lo que me costó a mí mostrarle mi conocimiento sobre cuántas marchas tiene un coche (dos, acelerón y frenazo). Un par de cedas y el profesor más sobrio que si se hubiese tomado un termo de café negro con sal.

Al día siguiente, cuando vino el profesor de autoescuela me fue muy fácil reconocerle: era el mismo hombre y llevaba exactamente la misma ropa que el día anterior. Me siguió facilitando reconocerle durante TODOS los días que duró la tortura esa. Creo que seis. Es que no recuerdo bien porque desde el tercero aspiraba éter después de las clases y me he vuelto un poco adicto.

El traspaso de papeles: había quedado con mi padre a las nueve de la mañana en Hacienda. A las nueve menos diez me había llamado dos veces (es rigurosamente cierto), preguntándome que dónde coño estaba.

“Qué exagerado! Si no hay prisa” pensé.

Ser un ababol es lo que tiene, que te cunde mucho el día.

Hubo que hacer cola en Hacienda para coger un impreso, cola para entregarlo y cola para pagar. Tiempo total, unos treinta minutos. Sal de ahí, cruza Zaragoza y vete a Tráfico. Casi no se veía el edificio de Tráfico detrás de tanta gente. Cola para recoger impreso (veinte minutos), cola para depositarlo en ventanilla de conductores (diez minutos), coge número para la ventanilla de Vehículos. El 76. Iban por el 19. Cuando ví estos guarismos, me dí cuenta de que no había forma humana de esquivar los grandes temas de la Humanidad en la conversación con mi padre: por qué no me he comprado piso todavía y cuándo empezaré a ganar pasta como una personita mayor, que tengo un máster.

Cuando estoy intentando abrirme las venas con la tapa del móvil, toca el 76. Con los ojos inyectados en sangre me voy pallá. Deposito frente a la ímproba funcionaria:
- liquidación por el traspaso en Hacienda, con el sello
- permiso de circulación del coche
- deeneis de mi padre y mío
- documento de traspaso entre mi padre y yo
- mi certificado de empadronamiento
- el carta blanca del servicio militar (más vale que zozobre que no que zofarde)
- contrato de arrendamiento del piso de madrid (idem de lienzo)

Y entonces va y pregunta la hija de puta...”Y la liquidación del impuesto municipal de vehículos?”

Hostiaputa, no pué ser. Mi padre había comprado un coche hacía una semana y nadie le pidió eso. Padre e hijo nos miramos con pánico y los mismos ojos enrojecidos. Al principio pensamos en razonar con ella, pero sólo con mirarla otra vez nos dimos cuenta de que a esta no se la sacaba de la Ley de Procedimiento Administrativo así como así. Le intenté cambiar la liquidación por seiscientos euros en metálico, hacerle la limpieza en su casa o un perro presa canario. No sabía qué más ofrecerle. Pero si hubiera sido un tío y me dice que se la chupe, me lo pienso...

”Imposible” repetía la cabrona, como un mantra.

Como imaginais todos, la ley de la gravedad es una mierda de ley en comparación con un “imposible” administrativo. Eso sí es inexorable.

No sigo que no acabo nunca esta crónica. Pero el coche ya es mío. Si hubiera aprobado las oposiciones a registros, no estaría tan orgulloso...

El primer contacto. O sea, el primer viaje, Zaragoza-Madrid. De esto sólo puedo decir que tenía razón mi hermano: la sensación de entrar colado en una curva es de las que no se olvidan. Ahí tuve que echar mano del magisterio del hombre que me lo ha enseñado todo sobre el derrapaje controlado: mi amigo Dani.

Cuando esto os pase, proceded como yo: rostro desencajado y lívido, volantazo pal otro lado y mascullad entre dientes las palabras mágicas: “ahiva ahiva ahiva...que me la doy”. Notareis enseguida que mejora la tracción y que recuperais la trazada perdida. Mano de santo, oyes. En la primera gasolinera procedeis a salir, limpiaros la caquita del gayumber y llorar de cuclillas en el suelo del váter mientras os sujetais la cabeza. Al entrar en el coche, besais la medida de la Virgen del Pilar estratégicamente colocada así como el santo que tengais en el salpicadero (yo tengo a San Roque) y reemprendeis la marcha tan campanudos como antes.

El primer movidón. Como yo trabajo donde trabajo porque lo que no tengo es talento, intenté aparcar mi coche en el centro de Madrid un domingo por la tarde. Mala elección. Mala para mí y mala para los cuarenta coches que se acumulaban desde Magallanes hasta Eloy Gonzalo. ¿Qué se hace en estos casos? Dejarte llevar, obedecer a tu cuerpo y sudar. Mucho. Además, se empañan las ventanas, como para hacerlo más sencillo. Conseguí encajar el coche entre una furgoneta y un contenedor (eso que hice no es aparcar y dudo que exista palabra en vocabulario alguno que lo defina), de forma que los del atasco pasaban a veinte milímetros de mí, mirándome a los ojos con incredulidad, como si estuvieran mirando a un fantasma.

Y claro, yo me sentía como el prota de “Lo padres de ella” justo después de haber esparcido a la abuela por el salón. Cuarenta veces. Probad y me contais qué tal la autoestima.


La reacción. No obstante, te rehaces pronto. No es que dejes de cagarla, es que te lo tomas de otra manera. Eso te das cuenta cuando, tomando una salida de la M-30, ves claro que no es la que querías más allá del último momento y procedes a frenar y corregir la trazada (velocidad de marcha estimada: 80-100 km/h). Por supuesto, oyes perfectamente a la gente referirse a tu madre en términos poco pertinentes.

De igual manera, cuando en ciudad procedes a adelantar a alguien que no está de acuerdo, se repite la escenita: pitido, ponerse a tu altura e insultarte.

Sin embargo, siento un cambio repentino, como una iluminación. Dejo de sudar de repente al notar que el espíritu de Gandhi y del Dalai Lama están conmigo, me abrazan y me sonríen cuando procedo a cagarme en todos los muertos frescos del agresor desde una considerable altura moral y le deseo tanto amor como el que yo sentía por su madre cuando me la tiré. Sé que estoy haciendo el bien.

El atasco tiene cosas buenas. Ya no me siento solo. Por fin soy uno más. Estoy en casa...

Esperamos seguir informando. En caso contrario, ha sido un placer.

A cascarla, maños.

Friday, October 27, 2006

las crónicas del ridi. jodó...rowsky

hola amiguitos del ridi. os tengo abandonados desde hace tiempo, pero es que los peores augurios se han cumplido y estoy muy cerca de volverme una persona mayor, con todo lo malo que ello conlleva.

Pero antes de empezar a llorar más que la ganadora de “Supermodelo 2006” ( yo apuesto por la que le han cortado el pelo a lo chico. Se lo merece después de sufrir tanto por un estilismo equivocado), os voy a contar una de mis últimas aventuras.

Zaragoza. Puente del Pilar. Octubre 2006.

Desde hace años cumplo ese rito ancestral que todo zaragozano con dieciseis apellidos zaragozanos lleva a cabo durante las concurridas Fiestas en honor de nuestra sagrada Virgen: pirarme.

Zaragoza es un lugar maravilloso que durante siete días al año es tomado por miles de grupos de peruanos que tocan “El cóndor pasa” en Independencia, gente de color que vende artículos de primera necesidad (collares fluorescentes, gafas de sol de plástico o sustancias que, contra lo que pueda parecer, nunca encontrarías en una droguería), adolescentes que aunque se reúnen en conciertos, sólo escuchan a sus hormonas o buena gente de los pueblos de alrededor que bajan “a ver la animación” y la acaban viendo en el Madrazo, el Papyro u otros locales llenos de chicas del más alto standing. En no pocas ocasiones también viene la propia familia, empeñada en llevar a cabo actividades de alto riesgo.

A saber:

- ver la Ofrenda de Flores desde la calle Alfonso y a las once y media de la mañana
- pedir el agua (y recibirla a puertagayola) volviendo del Pregón
- ir a las Ferias el día doce de octubre a las seis de la tarde
- aprovechar la tarde del día del Pilar para ver la Feria de Muestras, que siempre exponen algo interesante
- ir a los toros el día grande comprando las entradas en reventa
- ir a tomar vermut al Tubo después de la Ofrenda
- bajar de copas al Casco, aprovechando que es el día grande
- ir al concierto de El Canto del Loco, Bunbury , Sabina o quienquiera que sea el que toque este año en el Paseo Independencia (lamento no poder afinar más, el concierto lo paga el Ayuntamiento y todos los años se traen al más caro que haiga)
- aparcar por el Mercado Central para darse una vuelta por la orillica del Ebro
- ir a comer el sábado de las fiestas al Fuelle

Además, y aprovechando la afluencia de público, el honrado tabernero aragonés aprovecha para ofrecer al público sus últimas novedades en guiski de garrafón y chateau peleón.

Total, que a mí me parece muy bien que la gente juegue a Jackass, siempre y cuando no sea con mis cojones.

Sin embargo, este año tuve que pasar una noche en mi sagrada ciudad donde, como era de rigor, cumplí con dos de las actividades lúdicas en honor de la Pilarica que sólo aquellos que hemos vivido más de veinticinco años allí sabemos apreciar como se merece: pasmarme de frío y pagar treinta euros por tres vinos, dos anillas de calamares a la romana, un trozo de carne de un pincho moruno, dos rebanadas de pan con fuá por encima y un trozo tarta. Para hacerse un lavado de estómago después, vamos.

Ya que estaba, aproveché y pillé un virus que durante los tres días siguientes me permitiría disfrutar de un puente con vistas a la puerta del cuarto de baño. O sea, que llegué a Aínsa loco por hacer mountain bike, trekking, kayaking o hiking, pero sólo practiqué el kaking.

Eso sí, me sentía como Bruce Lee en el anuncio de BMW: agua. Vamos, que le oía decir eso de: “you pour water into a bottle...” y antes de que hubieras podido verter agua into a teapot, yo ya había empezado una loca carrera contra el tiempo y la vergüenza pasillo arriba. He de decir que la mayoria de las veces gané a mi propio cuerpo. Otras, descubrí que los pasillos de antes eran demasiado largos y mi esfínter poco hermético. Pensé en ponerme velcro.

Una vez oí que el ser humano está compuesto por un setenta por ciento de agua. Bueno , pues mi cuerpo, después de tres días sentado en un váter en Aínsa, estoy seguro de que no lo cumple. Doy un veinte y vas que te matas. Donaré mi cuerpo a la ciencia.

El caso es que después de tan exquisito puente, era necesario volver a ganarse la vida a Madrid, así que el domingo emprendí la vuelta. Afortunadamente, una ingestión masiva de arroz blanco, salvacolina, limón exprimido y fortasec en cantidades industriales durante tres días, conseguí pasar más de media hora sin esprintar.

Zaragoza. Catorce de octubre. 18:45. Estación de autobuses.

Chavales, el secreto mejor guardado. El mejor sitio para pillar este otoño era la estación de Paseo María Agustín a las siete de la tarde del domingo y nosotros sin enterarnos. Era como una macro Love Parade. Todos nos estábamos dando el lote con alguien. Casi no cabían ni los autobuses en aquella orgía.

Los conductores consiguen que se imponga el sentido común y la decencia y nos montan a todos en los buses. Salimos.

Pasamos Calatayud. Ya casi todo el mundo ha llamado al/a la churri que ha dejado en tierra. Insufrible ser consciente de todo el amor que me rodea y la falta de pudor que le acompaña.

“¿Por qué nos paramos?”

Un atasco de hora y pico entre Terrer y Arcos de Jalón. Resulta que habían hecho obras de reparación en la autovía y no habían caído en que convenía acabar antes del Puente. Pasamos el Espolón con hora y media de retraso y contra todo pronóstico, el autobusero decide parar veinticinco minutos no se sabe muy bien a qué (el bus tiene toda el agua que quieras y un cuarto de baño).

Desesperao y devorao por la certidumbre de que a Madrid no llega antes de la una ni Fernando Alonso, me voy a comprar algo para leer.

Juro que quedaba un ABC (inmediatamente rechacé la idea de comprarlo: he oído nosédónde que es un “diario inane” y mi padre siempre me ha dicho que no coja cosas que no sé lo que son) y dos revistas: Mente Sana y Mente Sana edición viaje (La revista de psicología positiva. Editor: Jorge Bucay. Grupo editorial RBA. 1 €. En quioscos y gasolineras de España). Como empiezo a pensar en conducir yo el autobús me compro el Mente Sana edición viaje.

Allí me encuentro la siguiente joya. Un artículo de Alejandro Jodorowsky titulado “Miedo a los exámenes”, donde este experto en psicomagia (yo había leído cómics de este pollo, pero JAMÁS nada tan rallado como esto), ante la siguiente consulta suelta la contestación que le sigue. El texto que sigue es cierto. Insisto. No me lo he inventado ni lo he exagerado, pero sí lo he acotado (en cursiva), en la certeza de que no lo mejoro como texto de humor. En casa guardo la revista como lo que será el día de mañana: un incunable.

Consulta:”En la vida estudio medicina o al menos lo intento. No es que no me guste lo que hago...el problema es que me parece saber lo que tengo que saber, pero en el momento en que me siente frente al profesor para dar el examen, me bloqueo completamente. No logro pronunciar una palabra. Obviamente, mi carrera es un desastre y esto me da rabia...”

Contestación:”Comprendo muy bien por qué Clara, al enfrentarse a su fálico profesor, se bloquea. Por ser mujer, condenada a tonta, a sirvienta de restaurante, a prostituta doméstica, se desvaloriza. Le ha sido inculcado el desprecio hacia sí misma como mujer. (A mí ya me da que éste conocía a la familia de antes)

Estos fueron mis consejos de psicomagia para Clara:

Comienza desde ahora a darte el aprecio que te mereces por ser hembra: toma una tela de pintor y pinta en ella tu autorretrato utilizando tu sangre menstrual. Descubre el poder creador, purificador, ciclo cósmico de tus reglas. Si una vez por mes el hombre tuvierala oportunida de purificarse así, cesaría de crear guerras. Hazlo con tus dedos. Para los detalles delicados puedes usar un pincel. Terminado el retrato, fíjalo con un barniz, ponle un marco de plata (color lunar) y cuélgalo en tu casa en un sitio donde todos los que la visitan lo vean. (Yo aquí empecé a sospechar que había mezclado demasiada salvacolina con fortasec, pero no, lo había leído de verdad. Por otra parte, si la chavala no puede aprenderse ni la alineación de los teletubbies, lo más normal es que pueda tomar sobre la marcha un curso CCC de autorretratos. Le sale un Rembrandt fijo).

El día de tus exámenes, para no sentirte acomplejada porque te tratan como a un hombre castrado, sin falo, y exaltar tu maravilloso sexo, en una bolsita de gasa mete siete monedas de oro e introdúcetelas en la vagina. Ese secreto tesoro que portarás en tu intimidad te dará la sensación de poder que te falta. (Yo aquí ya no puedo más. No puedo dejar de imaginarme al profesor castrante intentando examinar a la colega que lleva todo el oro de Mordor en el tesorito [nunca mejor dicho] y preguntándole al ayudante: “¿No has oído un tintineo?”)
Para sentirte dominadora, propietaria del suelo donde pisas, y con energía corporal, el día del examen píntate la planta de los pies con tinta roja y usa ropa interior del mismo color rojo. (Otra gilipollez. Querida Clara, no hagas caso. Aprovecha el producto con el que has pintado tu autorretrato y ya de paso, báñate toda entera en sangre menstrual. Si te presentas en el examen así, verás cómo tu profesor te lo obsequia con un infarto en directo. Así comprobaremos si sabes medicina o vas de farol. Si te sigue sobrando sangre, compra un poco de arroz y haz morcillas. Yum!).

Si a pesar de todo esto, de pronto frente al impresionante macho profesor, padre severo y despreciativo, te embarga una nerviosidad (¿¿¿¿????? será argentino) paralizante, lleva en un bolsillo un par de tijeras y una salchicha (símbolo del pene del maestro). Apenas sientas que tu fuerza amenaza con debilitarse, mete la mano en el bolsillo y de un tijeretazo corta la salchicha. Tu inconsciente comprenderá que ha castrado el profesor. (Pero ojo, amiga Clara, que si no tienes cuidado, te habrás hecho un agujerito extra para hacer pis. Personalmente te recomiendo que, de todas formas y aunque no te embargue una fuerza paralizante, si ves que te preguntan precisamente lo que no te has estudiado, agarres la salchicha con fuerza, la cortes y hagas lo propio con un cantero de pan. Si llevas una bota de vino e invitas al profe, es muy difícil que el aprobado se te escape.)

Bueno amiguitos, como podeis imaginar yo me lo pasé muy bien leyendo esto, pero me imagino que eso no fue nada en comparación con cómo se lo debe pasar Jodorowsky pensando en la cara de los imbéciles que le compran sus libros. Por si acaso, pago cualquier precio por una fotocopia del título de licenciatura de Clara.

Ah, y por supuesto, me he suscrito a “Mente Sana”. Este tío es un crack.

Besos y abrazos. Se os quiere.

Monday, December 12, 2005

las crónicas del ridi. de lo lejos que queda Fuendetodos (primera parte)

Resulta que, habiendo vuelto yo de Londres el 31 de agosto, traté de quedar un día con mis superamigos de Nosolomaños para llevar a cabo una actividad lúdica (léase actividad distinta de quedar para beber. Beber es vivir, y aunque a veces pongan garrafón, no vamos a dejar de vivir por ello).

Llamé a unos y a otros, pero el que más ardor demostró a la hora de quedar fue David. Nos dio hora para el 26 de noviembre. De 2005, eso sí, que también es de agradecer. Ni un segundo antes.

Como ideas nuevas no salían desempolvamos una bastante vieja. Ir de Zaragoza a Fuendetodos en bicicleta de montaña, almorzar allí unos guevos fritos y volver. Sobre el papel el plan parecía perfecto.

Fuendetodos, Fuendetodos...de qué me suena a mí ese pueblo? Parece que os estoy viendo delante del ordenador. Como de costumbre, no os quemeis más pensando, que se os va a fundir el único plomo que teneis y os hace falta para ver al Neng de Castellfa. Fuendetodos es el pueblo donde nació Goya. Por vuestra madre, no os pregunteis quién es Goya.

Así que a las siete de la mañana del susodicho 26 de noviembre, me levanté preguntándome cómo era posible que fuera tan gilipollas, con lo bien que se estaba en la cama.

Compruebo la temperatura exterior. Más frío que manda Dios. Dos grados. Eso sí, dos grados de Zaragoza, useasé, dos gradicos. Y eso que nosotros los maños llamamos “aire” y vosotros, los del resto de España, “huracanes”.

Me enfundo unas mallas largas, camiseta interior, camiseta interior (no está mal. Sólo había dos camisetas interiores en la casa de mis padres pero si hubiera creído que quitaban el frío, me hubiera puesto también unos sujetadores de mi madre), orellet, cortavientos, braga (para el cuello. Pero de puntilla, muy mona), guantes, gorro y casco . Y en la mochila, cazadora de Thinsulate, por si refrescaba. Me bajo a esperar a Dani.

Después de soportar el descojono de varios viandantes y viandantas que todavía no se habían acostado porque, aparentemente, con mallas parezco familia de la gallina Caponata, aparece Dani.

Su equipamiento me llama la atención, así por de pronto:

- bicicleta de montaña (“muntan baic” en inglés)
- camiseta
- pantalón corto
- casco. Sin abrochar. Del revés.

Verídico como la vida misma.

Poco equipamiento, pero bueno.

No contento con eso, también se traía diez gintonics, dos tintos y una hamburguesa que se había enfundao en el Casco Viejo apenas unos minutos antes. Las buenas noticias es que parece ser que no se había metido nada de EPO (creemos que porque no les quedaba). Coño, algo es algo.

Conseguimos reunirnos con David y empezamos la travesía.

Primer repecho, primera interjección:

“PEROPORAHÍTENEMOSQUESUBIROQUEEEEE??”.

Pues va a ser que ya me está dando por el culo la travesía en bici. Pie a tierra, tós parriba.

Cima de la primera colina, Dani se percata de que tiene que hinchar las ruedas de la bici. Primera parada técnica. Tramo recorrido hasta el momento: no hemos salido ni del Parque Grande.

Llegamos al camino, alabado sea Dios. Dani, haz el favor, saca el mapa.
¿Dani?
...
...
...
vale, capto la indirecta. Me parece que Fuendetodos queda por allá.

Como es natural, nos perdemos y tardamos una horica como cabras monte arriba, monte abajo hasta encontrar el puto camino (me veo obligado a preguntar a mis compañeros “pero, y esta circunvalación?” La Z-40). Resultó casi peor el remedio que la humillación de que nos pasaran todos los cicloturistas de Aragón que ese día habían decidido hacer la travesía famosa. Tuvimos la mala suerte de que sólo a nosotros nos soplaba el viento de cara.

No nos arredramos (no tener autoestima es lo que tiene) y seguimos. Hasta que a la altura de Cuarte de Huerva se me ocurre (a mí solito) preguntarle a uno que tiene cara de espabilado (debía de ser de otro pueblo) que cómo de lejos queda Fuendetodos. Nos dice que por lo menos a tres horas y media o cuatro después de descojonársenos en la puta cara.

Antes de reventarle la cabeza como se merece hacemos un gabinete de crisis. David no siente las piernas, yo sí siento mi orto y Dani... ¿Dani? Pues eso. Se cancela la excursión.

Bajamos hacia Cuarte. Nunca mejor dicho. Pendiente del 15 % (léase cuesta abajo muy empinada, que te embalas, vamos). Alcanzamos la velocidad absurda. Empiezan a quedar de manifiesto diferencias entre las bicicletas de David, Dani y la mía:

- los frenos. Los muy nenas utilizan eso para evitar matarse. Yo, que soy muy macho, utilizo cara de espanto (que te frena mucho también) y los pies. Total, para lo poco que saco la bici, para qué voy a arreglar los frenos. Ya casi había olvidado las agradables sensaciones experimentadas en Inglaterra. Ese vivir al límite cada segundo, creyendo que es el último...

- la amortiguación trasera. Sus bicis tenían amortiguación delantera y trasera. Otra mariconada. Yo en cambio llevaba recto de carreras con flor de amortiguación múltiple, muy abierta sobre todo al final. Para mí se han acabado para siempre los supositorios de glicerina. Desde aquel día, a la hora de ir al baño, encesto sin tocar el aro. Ya puedo ir a la cárcel.

Disfrutamos entre lágrimas de los incomparables paisajes que nos ofrece la bajada: el vertedero de Cuarte de Huerva parece no acabar nunca. Es tan hermoso...
David y yo miramos toda esa belleza natural a nuestro alrededor y contenemos las ganas que nos entran de cogernos de la mano o de hacer algo incluso peor. En cuanto a Dani...¿Dani?

Sólo encontramos un bar abierto en todo barrio de Santa Fé y Cuarte de Huerva: Bar Juanjo. Botella de vino, dos guevos por cabeza y un festival de bacon, longanizas y chorizos. Nos sentimos felices como ninfas en el bosque. Es posible que nos comportáramos como tales. David hasta invitó, no te digo más.

Volvemos para casa. Parecía sencillo. Hasta que Dani vuelve a dar señales de vida dándose un hostión que cambió Cuarte de Huerva de sitio. Tres semanas después todavía no sabemos con qué chocó (bueno, sí, chocó con Cuarte). Bicicleta jodida. Como buen equipo Nosolomaños, reparto de tareas:

- David sujeta bici
- Alberto habla por móvil
- Dani repara con las manos desnudas.

Aunque no lo parezca, lo más difícil era lo mío. Demostrando que existe un Ser Superior que quiere a Dani porque le provoca ternura, éste consigue reparar la bici. Si lo intenta sobrio, bien dormido y con herramientas no lo consigue en su puta vida.

El caso es que lo consigue. Cinco horas después de haber salido volvemos a casa, gordos como tejones, helados como polos de limón, pero felices. La siesta que se echó Dani esa tarde la cantarán los bardos por toda la eternidad.

Ahora bien, habiendo fracasado en una misión como esta, alguien cree que nos rendimos con el poco que hacer que tenemos??? No os perdais la segunda parte de esta horrible historia con nuevas y aterradoras sorpresas.

Haaaaaaaaaaaaaaaaaaaalaacascarla

Wednesday, October 12, 2005

las crónicas del ridi. y aqui vaaa la despedidaaaa...de Londres

Hola, amiguitos del ridi.

La pesadilla ha terminado. He vuelto. Tengo sed. Yo, si fuera vosotros, iría comiendo pan. Y no corrais, que es peor.

Os empiezo a escribir en el avión de vuelta a Zaragoza, en el que me siento con dificultad. No, no es que vuele sentado en una caja de San Miguel por ser más barato o haya cambiado de orientación sexual aprovechando que nadie me miraba durante mi estancia en Londres (a mí me da igual, mientras haya sexo, yo m´apunto), sino que para despedirme he hecho el viaje con exceso de equipaje. Me pasaba un poquito del permitido. Unos 30 kilos.

Yo, para no pagar, les he intentado explicar que, no sólo soy muy buen cliente (a estas alturas montarme en el avión de Ryanair para mí es más o menos igual de excitante que coger el autobús 38 desde la avenida Goya hasta Miguel Servet), sino que además les he hecho muy buena publicidad de sus vuelos en mi página web.

El hecho de que haya que tenido que soltar para despedirme 135 libras demuestra varias cosas:

- efectivamente “Las crónicas del ridi. Con Ryanair, viaja más por menos” ha tenido mucho éxito y estos hijos de puta la han leído.
- no les ha gustado
- tampoco tienen sentido del humor
- con estos precios no me extraña que se compren aviones. Con dos como yo que hayamos caído en el vuelo, rentabilizamos el vuelo a Zaragoza para seis meses. Se quejará Belloch.
- ya puede mejorar el día, porque a las ocho de la mañana:
1. he tenido que madrugar. Me he levantado a las cinco. Como si fuera un pobre. Dónde iremos a parar...
2. me he quedado sin piso en Londres
3. no me ha dado tiempo de despedirme de mi querida compañera de piso. Me queda el consuelo de saber que la despedida ha sido dura para los dos y que, a pesar de todo, ha sido consciente de mi partida
4. he vuelto a un país tan tercermundista, subdesarrollado y falto de expectativas como España (me detendrán por haber escrito esa palabra que sólo pronuncian los nazis fanáticos? Estoy cagao...). O a lo que queda de ella.
5. me han sodomizado cobrándome las ya mencionadas treintaypico mil pelas, dejándome el orto cual flor de loto. Desde el punto de vista económico sí que podemos decir que esta experiencia ha sido sexual a tope. El que no se consuela es porque no quiere.

Supongo que en una ocasión tan señalada debería ponerme solemne y escribir algo sobre lo bonito que es todo, lo mucho que he aprendido y me he desarrollado como persona, lo emotivo de la despedida de toda la gente a la que he llegado a apreciar, o sobre cómo la memoria de los buenos ratos pasados me acompañará hasta el día de mi muerte.

Mariconadas.

A los que les tenía que decir algo, ya se lo he dicho. Y a los que no les tenía que decir nada, pero les seguía debiendo pasta, llevo semanas esquivándolos.

De repente caigo en que no os he explicado por qué no he vuelto antes con vosotros. Es decir, no os he explicado qué es una “dissertation”. Así que hoy, amigos de Bricomanía, os voy a explicar lo que es y cómo se hace una dissertation.

Primero de todo, no seais paletos y leed “diserteischion”.

Segundo de todo. Cójase su verano en Londres. Ese que tenía reservado para hacer viajes por doquier y acostarse con cualquier cosa que respirase en los escasos ratos libres que le dejase su permanente estado de feliz ebriedad.

Tercero. Sustitúyase el plan inicial por encerrarse en una de las mejores bibliotecas del mundo a leer los papeles que a lo más friki de los cinco continentes le ha dado por vomitar sobre la Economía, el Derecho y la madre que los parió a los dos. Número recomendado de fuentes: mínimo cincuenta. No es coña.

Cuarto. Se supone que el paso anterior os ha dejado algún tipo de rastro o inspiración. De forma que te sientas delante de uno de los miles de ordenadores de la biblioteca antes mencionada y empiezas a generar tu propia parida.

Quinto. Constatas que un año en el extranjero y las lecturas de antes no te han hecho ningún efecto. Sigues siendo el puto inútil de siempre y las lecturas frikis sólo te han dejado ganas de matar a los cincuenta autores antes mencionados. Tienes la idea recurrente de que, si los matas, ganas tú porque te compensa del tiempo que te han hecho perder y además gana el medio ambiente porque no se cortan más árboles para hacer papel en el que plasmaran sus chorradas. Coño, ganamos todos.

Sexto. Decides dejar vivos a los autores porque caes en la cuenta de que muchos de ellos son ingleses o viven en Inglaterra. Y este país se merece eso y más.

Séptimo. Como ya está claro que de tu cosecha no vas a escribir más que otra crónica del ridi, decides dar un paso valiente y gallardo: copias.

Cuando llevas algunos miles de palabras copiando te das cuenta de que mola y que eres capaz de hacerlo indefinidamente. Supongo que por eso y porque no se te ha ocurrido a ti sólo pusieron quince mil palabras de límite del trabajo.

Octavo. Sólo cuando llevas copiadas diez mil palabras respiras tranquilo. Ahora sólo tienes que poner una introducción y una conclusión de tu cosecha y a correr.

Noveno. Hostiaputa, qué inútil que soy. Vaya mierda de introducción y de conclusión que me he marcado. Va a que ser que hay que copiarlas tambien...

Décimo. Firmas unos papeles a los que te obligan para poder presentar el trabajito famoso y que deben ser muy importantes porque la gente se pone muy seria. No sé, yo quiero largarme a la playa, así que como si me ponen delante mi sentencia de muerte. Los firmo. Me la pela. Por cierto, alguno sabeis lo que significa “plagiarism”?

Presentados los papelitos, yo ya sólo aspiro a que no me den más por el saco (como veis, me lo curro para no decir “den por el culo”. Esta crónica se debería llamar “sodomanía”) y que el resto de los estudiantes haya escrito una dissertation tan mala como la mía.

Visto lo visto, hay motivos para estar tranquilo.

Ahora bien, esto no se queda así. Después de malgastar el último año de mi vida en la London School of Economics, pienso devolverles golpe por golpe. Se van a cagar. Me da igual que a lo largo de su historia hayan tenido trece premios Nobel. Si soy yo mismo y le digo a todo el mundo dónde he estudiado, les voy a dar el mismo prestigio que Jose Luis Rodríguez Zapatero a su profesor de Derecho Constitucional. En unos años esto es una academia de inglés. Al tiempo.

Bueno, pecadores. Ya pensaré si tengo tiempo y ganas de escribir más paridas de estas, que ahora se supone que tengo que convertirme otra vez en un adulto y comprarme un piso. Sí, pues como no me haga chapero...

Aaaaaaaahivaros a cascarla, culebras

Pd. Os habeis dado cuenta de que llevo dos crónicas sin nombrar al Sebas ni al Derek (cuyo nombre, por cierto, he escrito mal siempre. La culpa es tuya por no llamarte Fernando)??? Uyyyy, qué chungo...Vamos a ser sinceros. La verdad es que había que cambiar el rollo porque llegó un momento que parecía que les estaba escribiendo el blog a ellos. Por el morro. Y desde ahora, de gratis, ni escupo. Yo, como Cela, opino que los escritores son (somos?) como los toreros o las putas, que pueden torear en festivales o joder de capricho, pero no bajan los precios jamás

Monday, July 25, 2005

las cronicas del ridi. la normalidad

Hola nenas

Ayer Carmen me mandó un e-mail preguntándome si todo había vuelto a la normalidad. Veamos...

Querida Carmen, dos puntos.

Mi amigo Chris (a quien recordarás porque te he hablado en el pasado de él [vide supra, Las crónicas del ridi. No sex, no city]), harto como yo de ser puteado por este país sin venir a cuento, se rinde y decide dejar su piso (y de paso, este pais) antes de que termine su contrato, habiendo pagado todo lo pagable (o eso creíamos entonces).

Como somos colegas y sabe que vivo aterrorizado ante la posibilidad de morir infectado si toco algo que haya pasado antes por las manos (o por cualquier parte del cuerpo) de la inglesa con la que comparto esa solución habitacional que llamo casa me dice que no sea idiota. Que me mude a su keli.

Yo, que compro en Media Markt porque no soy tonto (y porque mi hermano sabe mucho mejor que yo las cosas que necesito), decido mudarme. Quiero vivir solo y creo que me lo merezco.
Durante las semanas previas a su marcha voy trasladando mis cosas a su apartamento para lo que parece que va a ser una larga temporada (un mes).
Me instalo.
De cojón.
Tercer día. Miércoles. Me voy a España el jueves para volver el lunes por la tarde (en principio. Vide supra. “Las crónicas del ridi. De la alegría que dan las visitas”).

Cartica en el buzón.

“Y estooo?”.

Como tengo órdenes estrictas de mirarle el correo, se lo miro. Resulta que aparentemente a mi colega se le ha olvidado pagar el Council Tax (nada, una tontería de impuesto, 1.157 libras exactamente poco má o meno. A 240 pelas la libra...) y el lunes le van a embargar el piso...con todo lo que hay dentro. Y qué hay dentro? No os rompais más la cabeza que os va a dar un tabardillo con este calor. Dentro hay mis cosas. Todas.

Hala, a la bici pa´ hacer mudanza.

Llevaba hechos seis viajes en bici entre el apartamento de Chris y la casa del terror de Battersea.

Cruzo Battersea Park. Llaman al móvil mientras voy montado en la bici.
Yo piloto. Sé que puedo hacerlo. Llevo desde octubre del 2004 montado en una bici. Ya parezco Lance Amstrong en baturro (si hasta tengo el mismo modelo de cejas que Indurain...).
Cojo el móvil con una mano y el manillar con la otra mientras sigo pedaleando.

“Dígame?”

El bache era del tamaño de un melón. La galleta fue del tamaño de un camión pero afortunadamente un brezo paró mi golpe. Y qué es un brezo? Te preguntarás, querida Carmen. Un brezo es un arbusto cabrón que según como caigas en él te deja tatuado en la cara interior del muslo izquierdo las barras rojas de la bandera de Aragón. Eso sí, aún hay que darle gracias al brezo porque se frenó justo a tiempo. Unos milímetros más pallá y me hubiera tenido que reproducir por esporas.

Como de costumbre, la bicicleta a tomar por el culo. Ah, por cierto, me volví a cargar el eje trasero de la bici. Ya es casualidad.

El hostión tuvo lugar a las siete y cinco de la tarde. A que no sabeis qué cierra a las siete de la tarde? Ajá, premio. Las tiendas de arreglo de bicicletas.

En buena lógica (la mía) había dejado las cosas de más valor para el final...

Pero este error de Dios llamado Londres no podía dejar las cosas así. Tenía que humillarme más. Después de cinco días de un sol radiante y sin saber muy bien de dónde coño vino la puta nube, decidió diluviar. Y siguió diluviando mientras buscaba desesperado (y milagrosamente encontraba) un sitio o persona que pudiera arreglar el Titanic ese que es mi bici.

Como te cuento, milagrosamente, encontré a un portugués que arregla bicis por casi nada en la calle frente al Támesis (como te imaginarás me cercioré antes de que el tipo tuviera todas las licencias y hubiera pagado todos sus impuestos). Entonces y como para celebrar que nos había caído agua como para convertir los Monegros en un vergel, se puso a llover de verdad. Y ahí aguantamos el portugués y yo como dos jabatos. El que se quejara primero, maricón.

Mientras al portugués y a mí nos iba saliendo musgo por encima, yo miraba a mi bici y pensaba: “Te tengo que cambiar de nombre...ya sé! Te llamaré Frankenstein”.

Bueno, pues nada. Me arreglan a ese instrumento de tortura que es mi bici y me voy para allá a terminar la mudanza mientras mejoro mi aquaplanning. Como os podeis imaginar no me compré las gafas con limpiaparabrisas, así que tuve que tirar de memoria y GPS porque ver, lo que se dice ver, veía bastante poco.

No me arredro, empaqueto las últimas cosas, me vuelvo para el piso de Battersea mientras noto como me van creciendo champiñones en la espalda (yo calculo que para entonces habíamos pasado en Inglaterra de estar en sequía a estado de alerta por inundación).

Llego. Cruzo la puerta de casa...y deja de llover. Con dos cojones. El que tuviera la mano puesta en el grifo se tuvo que partir el culo al ver la cara de gilipollas que se me quedó.

Así que nada, Carmen y en contestación a tu correo, si por normalidad entendemos lo que ha venido siendo el “leit motiv” de las “crónicas del ridi”, creo que sí, que todo vuelvo a ser como antes. Bendita normalidad...

Como diría Supermaño, “en fin, mataremos las penas labrando...”

Hala, a cascarla

Pd 1. Ya no os queda nada de las “crónicas”, pecadores. Cualquier día me vuelvo para hacer de España un país serio...
Pd 2. Mucho ánimo a esos currantes de agosto. Venga, que eso tiene premio fijo...

las cronicas del ridi. de la alegria que dan las visitas

Hola, amigos del lado chungo de la fuerza.

Os escribo desde una terminal del aeropuerto de Standsted donde probablemente moriré porque estoy esperando un avión de Ryanair (de momento llevamos tres cuartos de hora de retraso y contando). Que conste que yo no quería, pero estaba en sequía creativa, y como esta aerolínea me da siempre tanta vidilla me la jugué. También como de costumbre la nuez me ha salido cucona y por fin tengo tiempo para pensar en las cosas que me han pasado y contároslas. Así que, aquellos de vosotros que considerais las crónicas demasiado largas, mejor que dejeis de leer ahora. Pienso estar escribiendo hasta que la casque por inanición o se me acabe el boli. Lo que pase antes.

Veamos. Empecemos por el final. Recuerdos y agradecimientos.

- gracias a casi todos por acordaos de mi cumpleaños. Como bien saben los que me conocen no pienso contestar con la recíproca. Ni sé cuándo son vuestros cumpleaños ni tengo ganas de aprendérmelos. Respecto a los que no os acordasteis, en venganza sólo puedo deciros las palabras más terroríficas de la historia de la Humanidad, esas que te decían tus padres cuando, con quince años, llegabas a casa a las cinco de la mañana y borracho como un piojo, habiéndote cargado del tirón el toque de queda y la ley seca: “mañana hablaremos”
- gracias a todos por acordaros de mi en San Fermín. Y en todos los atentados que ha habido después. Sólo puedo decir que es difícil que estos hijos de puta de terroristas me pillaran a mí. Van a por gente trabajadora y como sabeis yo practico lo menos posible...
Por otra parte, al final va a resultar que ir en bicicleta es un modo seguro de transporte en Londres. Hay que joderse, como está el mundo...
- bueno, ya está bien. Si sigo así me voy a poner a llorar en medio de la terminal y desde los atentados lo graban todo. Bastante desgracia tienen ya mis padres conmigo para acabar viéndome en “Los videos de primera”.

Los exámenes: qué mes y medio he pasado, maños míos. Qué cansao es estudiar, oyes. Me parece a mí que de ésta he colgao el chandas. Eso sí, más vale que me hayan salido bien porque a juzgar por cuándo salen las notas (noviembre), les van a hacer hasta la prueba del carbono 14...

El pedo post-exámenes:

lo normal. Flojo, diría yo. Mucho más juego nos dio el que me cogí en casa con Rafa (otro damnificado por la LSE) y el Dereck el sábado siguiente. De ahí nos piramos al Opal (metro Gloucester Road).
Tres (y pico) de la mañana. Un pedal como tres generales de división. Nos echan del bar. Bueno, pues nada. Salimos y se nos abalanzan corriendo MILES de mujeres en sujetador. Como suena.
“Qué extraño” nos decimos “pues si a las tías que había en el bar no les hacíamos tanta ilusión...”
Falsa alarma. Pasaron de largo de nosotros (ya, yo tampoco lo entiendo, pero qué quereis, este país es así...). Resulta que era una carrera nocturna contra el cáncer de pecho (que no, que ahora no voy pedo, que os lo juro que es verdad. Se llama Playtex Moonwalk o algo así).
Yo vi un dorsal que ponía 24536, pero pasé de mirar más dorsales.
Asín que nada, Dereck, Rafa y servidora, que antes de esto éramos unos tipos individualistas y un poco insolidarios desde aquel día apoyamos dos nuevas causas:

- la investigación contra el cáncer de mama
- las carreras de mujeres en sujetador. Jamás se nos hicieron dos horas y pico de esperar el autobús tan cortas. Pero creemos que se puede y se debe llegar más lejos. Para cuándo en España? Para cuándo sin sujetador?

Las visitas:

de momento han pasado por la Gran Bretaña Miguel Ángel (que vino, vio y aún me tengo que enterar de si venció, el perrete. El caso es que se fue a su marcha el día de autos), Jorge y David (ayyy, esas visiticas sorpresa, la alegría que dan...) y mis padres.

A saber:

Jorge y David. Yo destacaría de esta visita dos cosicas:

1. la alimentación. Yo os pediría por favor que la próxima vez que juguemos a “Super Size Me” me aviseis y me depuro la sangre antes. Que yo recuerde (con el colesterol se me ha taponao el riego) nos hemos comido esos días “n” cheese burguers, varios McPollos (insisto. McPollOs. No confundirsen), un menú supergrande de KFC para cuatro en Candem Town (éramos tres y no quedaron ni huesos), una pizza supergrande de esas de los bordecicos rellenos de queso de Pizza Hut con barra libre de Pepsi Cola (en Oxford), un Tikka Massala en Brick Lane...yo qué sé. No recuerdo haber bebido agua en esos días. Ni una sola vez. Birra sí. Lo que es imposible de saber es cuánta.
Los más espabilados de entre vosotros (o sea, ni uno) os habreis dado cuenta de que casi todo lo anterior es pollo (insisto, pollO). Yo tampoco caí hasta que dos días después de irse estos me surgieron unos hermosos pechos que se pueden calificar de auténticas tetas. A eso hay que unir una barriguita que promete un lechal de no menos de tres kilos y medio.
Es decir, que entre el cuello y la cintura parezco una embarazada. Y ya me puedo espabilar que como aparezca con esta facha en la piscina de Calatayud en agosto mi madre se me va a poner hecha un puma. Sobre todo por lo de las tetas, que no dejan hacer top less en la piscina del pueblo...

2. esos despistes de última hora. David y Jorge se marchaban (teóricamente) el 27 de junio.
Medianoche del 26. Rotos de los días precedentes y regurgitando todavía el último manjar que habíamos comido (no recuerdo si fueron unos nachos o unas ricas mierdas de perro) descansamos en el salón. David decide comprobar su billete.
Sale con el papel y dice “jó, que tontos, se han equivocado. Aquí dice que tengo el vuelo el día 29 pero eso no es posible porque yo trabajo pasado mañana...
...
...
...
no?”
El silencio es atronador. Jorge y yo nos miramos y decidimos esperar a que se dé cuenta por sí mismo. Tarde lo que tarde.
...
(tic tac)
...
(tic tac tic tac)
...
(tic tac tic tac tic tac)

Doce y cuarto. “Hostias! Tengo que cambiar el vuelo”. Bien. Sigue funcionando a velocidad de crucero...
Milagrosamente encontramos un hotel donde tienen Internet (ya intentareis encontrar algo abierto en Londres un domingo después de las once de la noche y entonces me contais). Por tres horas de Internet (que duraron cuarenta minutos escasos) nos levantan lo que vale un kilo de jamón serrano, pero todo sea por la causa.
Ahí estábamos. Éramos un comando nosolomaño así que repetimos las tareas tal y como estamos entrenados.
Jorge consiguió conectar Internet, cambió la configuración del ordenador, le miró el correo al usuario, echó una partida al solitario y constató que es imposible cambiar un vuelo de Ryanair con cinco horas de antelación.
Yo. Miraba a David y a Jorge y les preguntaba “pero, estás bien?” “te lo has pasado bien?” “a ti te pasa algo, no? a ti te pasa algo...”
David. Trató de solucionar el problema por sí mismo dando vueltas a la recepción del hotel (batió sucesivamente varios records del mundo). Y pensaba.

Al final decidimos que se quedaba hasta el 29. Su jefe lo entendió perfectamente y me hizo compañía otros dos diícas.

Esto me dejaría como un tipo muy irónico y listo si no fuera porque el 18 de julio y despertándome en Madrid a las nueve de la mañana fui incapaz de llegar a Valladolid (de donde salía mi vuelo) a tiempo. Mi vuelo salía a las cuatro de la tarde.
Tal vez fuera porque todos los carteles estaban en español y yo ya soy tan bilingüe... No sé. Así que me costó tres mil durillos quedarme aquel día en Madrid con mi hermano a tomarme unos vinillos y ver “Batman Begins”. Barato.

El caso es que esto demuestra que:

1. Capacidad de reacción por capacidad de reacción, la de David es la de Fernando Alonso en comparación con la mía.
2. lo que para una persona normal es un trámite, para un auténtico nosolomaño es un reto, un enigma, un puzzle. La vida diaria para nosotros, amiguitos, es un inmenso test psicotécnico puesto a muy mala hostia
3. antes de que lo pregunteis, sí. La empresa de David y la mía reciben subvenciones por contratar a gente como nosotros...

Mis padres.

Me traje a mis papis para sentir que mi 32 cumpleaños no era tan grave y que el tiempo no había pasado para mí.
Misión cumplida. Después de varios cientos de “pero qué delgado que estás, a saber lo que comes...”, “pero, tú te has planchado alguna vez esos pantalones?”, “te has dado cuenta de la cantidad de cosas que tienes caducadas en el frigorífico?” y varias decenas de (ésta es mi favorita) “tú lo que tienes que hacer...” descubrí que hay algo peor que ser un tío de 32 que parece una embarazada: ser un tío de 32 que se siente como una embarazada prepúber.

No fue tan grave y yo diría que se lo pasaron estupendamente.

Hala pues, culebras, un abrazo a tod@s y a ser buenos que en nada es San Roque

Monday, June 13, 2005

las cronicas del ridi. inglesa de ojos azules...

Inglesa de ojos azules,
Te puedes ir al carajo,
Que tías mejores que tú,
Las he tenido debajo
(coplilla popular. Anónima)

Hola niños y niñas, miembros de AA (Alcohólicos Anónimos/Albertólicos Anónimos, tachar según corresponda, que aquí hay de todo), en fin, Nosolomaños casi todos:

Mientras vosotros os folgais y solazais en el agradable estío español, yaciendo en el aburrimiento y el tedio de vuestras sencillas y poco atribuladas existencias, algunos nos dedicamos no sólo a levantarnos por la mañana para ir a estudiar a oscuras y silenciosas bibliotecas sufriendo toda clase de penurias y humillaciones, sino también a contaros los momentos más oscuros de esta aterradora experiencia para que sirva de escarmiento y ejemplo de futuras generaciones de infantes españoles.

Yo a estas alturas sólo aspiro a que, el día de mañana, leais a vuestros hijos estas historias y cuando vuestros queridos vástagos se porten mal, y les amenaceis con mandarles a estudiar un Master a Wharton, Harvard o al MIT , los jodíos críos se caguen. Y hagan efepé. Como tiene que ser.

De nada, Reyes, Luismi y Luis. A mandar.

Bueno, pues resulta que como os contaba hace ya muuuuchas crónicas, vivo con una inglesa y una alemana. De la alemana no puedo contar nada, porque la pobre, desde que llegó a esta casa, apenas ha dado señales de vida.

Por desgracia, su comportamiento no ha sido la norma. La inglesa, preocupada porque no tenia amigos (tanto la alemana como yo habíamos demostrado tiempo ha nuestra capacidad para tener nuestras propias vidas), intentó convencerme de que echáramos a la alemana mediante el muy británico método de hacerle de la vida un infierno para:

a) buscar a otra persona que sí pudiera ser su amiga. Moción rechazada ipso facto (vide supra las crónicas del ridi. Queridos Reyes Magos...)
b) meter en la casa a una amiga de una amiga suya que ella creía que podía ser su amiga

Como os imaginareis, la moción fue rechazada porque soy muy buena persona, porque me parecía que eso era cometer un acto abominable, porque la pobre chica no tenía dónde meterse y porque la alemana tenía otra amiga (también alemana) que estaba muy buena, que la ayudó con la mudanza, a la que yo estaba seguro de que podía convencer para jugar a daddies and mommies (y si no, a lo que fuera, aunque fuera al siete y medio) y que desde la mudanza no ha vuelto a aparecer por casa. Ser tan buen estratega y tan buena persona es lo que tiene. Que te inflas a pillar cacho.

La inglesa, ese angelito, no se lo tomó muy bien. Y como además de ser una hija de puta, tiene un coeficiente de inteligencia que deja pequeño al de muchos niños de seis meses, decidió castigarnos. A los dos. Y dejó de hablarnos.

Claro, la alemana y yo nos descojonábamos porque esto vino a ser el equivalente de que de que por una multa de tráfico te regalen un Mercedes SLK. Aquellos de vosotros (mi hermano, Isabel y Paz) que pasasteis por aquí visteis los patéticos esfuerzos de la tarada esa por llamar la atención con su silencio, sus portazos y sus marranerías. Yo, personalmente, si llego a saber desde el principio que se podía vivir aquí sin tener que hablar con ella no hubiera discutido si la dueña me hubiera pedido veinte mil durillos más al año por la habitación.

Y llegaron los exámenes...

Y me tuve que quedar en casa...

Y empezaron a pasar cosas en esta casa...

Básicamente todo aquello de lo que apenas me había dado cuenta durante meses, empezó a estar alrededor mío las veinticuatro horas del día.

La tarada también dejó de limpiar, pero como el resto de los habitantes de esta casa del Gran Mardano nos hemos educado en países civilizados, tampoco tuvo mayores repercusiones.

Por otro lado quiero que conste que me tomé muy bien el hecho de que no limpiara cuando le tocaba. Esta pobre desgraciada no contó con la superioridad que yo disfruto:

- Genéticamente tengo todas las de ganar: soy un tío. Hasta los veintisiete tacos no me enteré de que la bañera había que fregarla. Juro que creía que venían con autolimpiado.

- He sido entrenado por los mejores para situaciones como ésta. He hecho la mili en Melilla en el Ejército español. Al jefe indio con flechitas de goma.
Hubo otras cosas que me molestaron un poquitín más, como que llamara a la dueña del piso a ver si podía echarme (alguna vez os he contado que las señoras mayores se pirran por los tíos jóvenes con gafas que son abogados? Jur jur). Sólo fue necesario utilizar el más pequeño de mis superpoderes, el de mimetizarme completamente con un nieto perfecto para desactivar esa amenaza.

También me llegó a irritar su persistencia en perseguirme por la casa con música mientras yo estaba estudiando, hasta hacer grietas en los cimientos de la casa. Pero ojo, consiguió molestarme de manera indirecta. Como casi todo en esta historia, es bastante patético.

Resulta que yo estudio con cascos y escuchando a Extremoduro y a los Marea. El jeavy bueno de pueblo de toda la vida, vamos. Pero la alemana no. Se dió cuenta ella y la tenía amargadica de la vida. Y desde que me lo dijo, pues yo también, claro.

Pero nadie hicimos nada. Estábamos ocupados con nuestras propias vidas...

Pero todo esto se agravaba porque cuanto más la ignorábamos, más se cabreaba ella. Resulta que la pobrecita necesitaba atención. Pero yo hice un análisis coste-beneficio (che! Que yo hi estudiau en la London School of ECONOMICS. Es que no sé cómo podía vivir yo antes de pasar por esta universidad) y decidí que si lo que le jodía era que la ignoraran se merecía cuarto y mitad de la misma medicina por unos días más. Y además tampoco tenía tiempo para meterme en una guerra de los Rose. Sé que lo disimulo bastante bien, pero yo me he leído trozos de “El arte de la guerra”. Y antes hasta me acordaba de quién lo había escrito. Ya no me cabe nada en el disco duro.

Total, que pasados los primeros dos exámenes y habida cuenta de que el último es un examen a libro abierto, decidí que tenía un poco de tiempo para mis cositas... hombre, ahora nos vamos a divertir todos.

Sinceramente, no tengo ni tiempo ni ganas de entrar en los sucios detalles, pero sólo digamos que le estoy dando una nueva dimensión a las palabras “fucking annoying”, y que de un tiempo a esta parte, en esta casa la gente:
a) se levanta temprano (ya sabeis que sólo me alimento de huevos fritos. Lo que no sabeis es que tengo una alarma anti-incendios súper cuca y súper sensible, que como esté un poco torpe salta que no veas. Ayer por la mañana otra vez, tsche, mecaguen la mar, qué torpe que soy, he vuelto a tocar diana antes de las ocho. Si es que soy de lo que no hay...)
b) para hacer las cosas más sencillas, por ejemplo, ver la televisión, tiene que hacer las cosas más complicadas (si es que, ya lo siento, ya, pero con este vozarrón que tengo el cuarto de estar tendría que ser como el Bernabeu para no molestar a la pobre mientras ve “Eastenders”. Que tonto, que cabeza tengo...).

De todas formas, qué se puede esperar de un tipo que va a cumplir 32 cualquier día y que va a todas partes en bici, a sus años? Pues que sea un inmaduro, claro.

Os acordais que cuando pasé por España en navidades estaba así como que no sabía qué hacer en el futuro, que qué iba a ser de mi vida y todas esas mierdas que cuento al tercer orujo? Bueno, pues aunque tengo que pensarlo bien, es posible que haya visto la luz. Ya sé lo que quiero de mayor. Quiero ver a esta hija de puta en una celda acolchada y cantando nanas en una camisa con las mangas muy largas y atadas por atrás.

Porque tendré cosas mejores que hacer, que si no esta se iba a cagar...

Sed buenos, que si no vendrá el coco.

Pd 1. Como os decía en la última crónica, tengo el último examen en cuatro días. Vamos a poner el tema en pocas palabras. Soy creyente y tengo problemas. Ya he movilizado al aspirante a cura pero no me fío, todavía no le han dado poderes para hablar con el Jefe y conozco lo patanes que pueden llegar a ser los tíos en prácticas (yo estuve dos años. Un milagro que todavía haya algo llamado “sistema financiero español”), así que si alguno os quereis animar a echarme alguna misa en el Pilar, La Seo o asín os lo agradeceré.

Pd 2. esta me la vais a agradecer vosotros a mí. Aquellos de vosotros que tengais cascos y no tengais un jefe cerca dando por el saco, entrad en la página http://www.calicoelectronico.com/. Una puñetera obra maestra.

Pd 3. aún a riesgo de alargar mucho la crónica, os cuento que después del examen de Corporate Governance me sentí ganador, me dio subidónsubidónsubidón y me fui a cortarme el pelo.
Una de mis confidentes me pasó una información sobre una peluquería cerca de Covent Garden que sólo te cobraban doce pounds y medio por cortarte el pelo.
Tuve que matarla para que no le diera esta información a nadie más y cuando escondi el cuerpo allí me fui.

Ahí estábamos los dos. Yo, de Calatayud. La peluquera, de Bagdag.

Aquello parecía un concurso a ver quién hablaba peor inglés. Y reñido, además. Como suele pasar, gané yo.

Ante la falta de comunicación, optamos por el sistema visual. Me sacó una carpeta con fotos de tíos buenos.

A mí que no me jodan, que yo hice lo que todo el mundo. Señalé al que me pareció más guapo.

A día de hoy, y teniendo en cuenta que mis padres vienen en quince días tengo las siguientes opciones:

- decirle a todo el mundo que soy gay, y ahorrarme más explicaciones (me siento como el protagonista del chiste ese que dice “Cuál es la parte más difícil de practicar rollerblade? Contarle a tu padre que eres gay”
- decirle a todo el mundo que pagué cien libras por el puto corte de pelo. También colaría. Aqui son tan gilipollas...
- ponerme una peluca.

Yo no digo que estuviera bien bombardear Bagdag, vale? Que no se confunda nadie. Yo sólo me pregunto, ... sabemos si a los que perseguían eran peluqueros?
Porque desde luego si son todos como la mía, chavales, algo hay que hacer, cojones. Si esto que llevo yo encima de las ideas no es terrorismo, que venga Dios y lo vea.

Friday, May 27, 2005

las cronicas del ridi. no sex, no city

Qué??!!! Bien por España, eh? Un tiempo de cojón, los fines de semana a Salou, a la playica, saliendo por Madrid hasta las tantas jueves y demás fiestas de guardar, de tapeo por la plaza Santa Marta (lo siento, los de Calatayud nos comemos las preposiciones. En Londres demasiado a menudo es lo mejor del menú) o Santa Ana, planeando el veraneo...está jodido, sí...

Mientras vosotros os lo pasais de puta madre, a qué estoy dedicando las últimas semanas aquí? Básicamente a dos actividades: hacer resúmenes que sólo Dios sabe si me voy a poder leer alguna vez en mi vida y a ver “Sex and the city”.

Y el tema tiene cojones, perdón, ovarios. Soy un adicto. Para comer y para cenar, mi dosis. Dos capítulos. Y como es el único contacto humano que tengo a lo largo del día, y como todo es tan femenino, y como les pasan esas cosas tan tristes y tan divertidas, creo que me estoy volviendo como ellas. Desde ayer creo que hasta retengo líquidos. Qué día del mes es hoy? Pues no me ha venido. Estaré menopaúsica. Se me pasa el arroz...

Bueno, al tema. Como os contaba en la última crónica, resulta que estos hijos de la gran bretaña nos hacen examinarnos y es decir, exponer nuestros conocimientos ante los profesores. Ya decía mi abuelo, “nieto, de esta vida sólo sacarás lo que metas”. Yo, que soy un tío muy avispao, y entendí muy bien a mi abuelo, me he mentalizado de que algo tendré que poder decir en los exámenes para que me dejen volver a España, y como os decía en la última crónica, pintan bastos.

Entonces ha sido necesario volver al tradicional sistema de las oposiciones basado en sencillos principios, a saber:

- vida social. Cuanto más tiende a cero, mejor. Como casi toda la gente que conozco está igual que yo, he dejado de tener vida social. Bueno, ni social ni de ningún tipo. Cuando me acuerdo de que cuando le decía a la gente que me venía a Londres a vivir un año algunos me daban con el codo y me guiñaban un ojo, lloro como una niña
- alimentación. Todo varón soltero, heterosexual y sin compromiso sabe que todas las vitaminas y minerales que el cuerpo necesita para funcionar perfectamente están en un buen par de huevos fritos. Y las que no están ahí, es que no vale la pena tenerlas
- higiene. Aquí hace falta echar mano de toda la disciplina que uno tenga. No olvidemos amiguitos, que uno siempre tira de modelos para determinar sus comportamientos y cuando pensamos en una persona aislada ¿quién es el primero que nos viene a la mente? Ajá, Robinson Crusoe. Y en el libro no dice que se duchara dos veces al día. Ni siquiera cuando compartía piso con Viernes. Así que hay que tener cuidadito y no caer en la tentación de pensar que, si hace más de una semana que no ves a un ser vivo, la mejor opción es criar los tuyos propios (en una situación así Kerrie escribiría en su columna algo así como “when it comes to relationships, who fucking cares of cleaning if there is nobody around?”). Eso sí el tema barba y corte de pelo, totalmente descartado. De hecho, con Isabel delante hice la prueba y me puedo hacer las mismas coletas que lleva Kerrie Bradshaw en la serie. Que contenta estoy. Pero cuidado! esto es chungo porque la moda este año en mi trabajo es llevar el pelo muy corto. Lo que se suele llamar “anatomía capilar difusa”. Y seis tallas más de pantalón. A ver si me pongo a ello...
- vestuario. Sólo aquellos que han practicado el peligroso deporte del “opositioning” saben de lo que hablo. Todo estudiante tiene un chándal de estudiar oposiciones. A cada opositor, su chándas. Se convierte en una segunda piel. De hecho parece que sin él no te concentras bien. Bueno, pues a pesar de que lo he lavado (lo juro) varias veces (lo juro) he hecho la prueba y puedo poner el mío de pie y se sostiene por sí mismo. Yo creo que dentro de un mes podré mantener conversaciones sobre Derecho con él. Seguro que el cabrón sabe mucho más que yo
- pasta. Ahí sí hemos salido ganando. Desde que corrí la media maratón ciudad de Calatayud (gracias por preguntar, cabrones. Quedé el 122 y me lo pasé muy bien) he gastado menos que un ciego en tebeos. Por primera vez desde septiembre del 2004 tener que pagar 250 pelas por una barra de pan que parece un chicle muy grande o 300 por un billete de autobús que nunca llega me la trae al pairo. Si sigo mucho tiempo aquí lo acabaré viendo hasta normal
- aprendizaje: acojonante esto del Derecho Mercantil oyes. Si lo sé, en vez de tatuarme los temas de Mercantil de quinto en las muñecas, me los estudio (ahora se entienden varias cosas. Aquellos de vosotros que me conoceis a mí entendeis que nunca me haya quitado las pulseritas de la mano derecha ni el reloj de la izquierda. Aquellos de vosotros que además de conocerme a mí teneis el privilegio de conocer a Reyes, entendereis que haya aprovechado la ocasión de estar a catorce mil kilómetros para hablar de esto. Lo siento Reyes, pero un día de estos se me va a caer una pulserita, vas a ver tus temas ahí microfilmaos, y me vas a hostiar,...prefiero que te vayas haciendo a la idea. Anda, respira hondo, venga...)
- obsesiones. Estoy muy contento porque veo que estoy tranquilo y sano de la azotea. Básicamente tengo tres. Aprobaré? Volveré a ser el de antes? y Qué pensará mi chándal de todo esto?

Si se sigue toda esta disciplina se produce una expansión o agrandamiento de la conciencia que, eventualmente, puede (insisto, puede) conducir a aprobar los exámenes y recuperar tu vida anterior. Y además oye, que vamos estando en unas edades que toda expansión o agrandamiento bienvenida sea, que todos días ya no son Navidad, amiguitos.

Y en tan desesperado estado de las cosas mi situación se ha agravado porque me he visto obligado a adoptar a Chris (vide supra. Las crónicas del ridi. De barbequiu). Os lo voy a explicar en pocas palabras para que lo entendais. El tipo es economista y americano. Qué significa esto? Pues básicamente que entiende el juego del baseball, que votó a Bush y cuando vuelva a su país estará orgulloso de ello, que cree que comer en un Kentucky Fried Chicken es comer bien y que no ha visto más de seis palabras juntas en un folio en su puta vida.

Y entonces, os preguntareis, pa qué cojones se pone a hacer un Master en Derecho? Pues resulta que aquí te dejan coger asignaturas de Derecho y de Económicas indistintamente y al escoger las de su Master en Finance (=económicas puras) al pavo le sonó bien “The law of corporate finance”. Toma ya, kas manzana.

Diez días antes del examen pasa por casa a devolverme noséqué y charlamos. Que qué mierda de tiempo, que qué caro todo, que cómo lo veía yo, que qué me estaba preparando...que qué entraba para el examen, para entendernos. Subimos a mi habitación, le enseño los tochos...y se quedó blanco nuclear. Yo creo que las pecas se le metieron pa´dentro. Era una cuestión de conciencia. Con los pocos aragoneses que quedamos y la poca voluntad que estamos poniendo en engendrar nuevos aragonesitos (bueno, algunos voluntad toda...) y para uno que se quiere convertir en aragonés, por mucho que haya votado a Bush, no le podía dejar abandonado como un perro en la calle. Está el turismo como pa´ enredar. Cuando este vea el Monasterio de Piedra y el Reloj Tonto de Calatayud y lo cuente en Nueva York nos forramos, chavales.

Asín que...tengo nuevo compañero de piso. Llega el tío a las doce de la mañana, se pone a estudiar mis apuntes y se pira cuando le echo, como un reloj (no todos los días estoy del mismo humor, depende de si he discutido con mi chándal o no). Eso sí, algo bueno hemos conseguido. Se alimenta mejor. Ha descubierto que hay algo mejor que el KFC: la caña de lomo. Desde que lo descubrió, dice que no comería otra cosa. No te jode, el hijoputa...

Hay más sobre lo mal que lo estoy pasando preparando los exámenes, pero ya veremos si tengo el suficiente sentido del humor para convertirlo en una crónica del ridi. De todas formas, os juro que a veces me deprimo. Tanto esfuerzo para venir aquí y el ganao que me ha tocado conocer, no tiene perdón de Dios. Como les dije a los de mi trabajo no hace mucho, no sé si lo sabeis, pero el mundo está lleno de gente muuuuy poco interesante y de algun@s cabron@s. Pero vosotros tranquilos. Los tengo a casi todos controlados. A los primeros estudiando en una universidad cojonuda según el Financial Times (los que van leer esto no, obviamente, si no, no lo leerían) y a algun@s de l@s segund@s l@s tengo en casa.

Y además anda que no queda mazapán. Tengo tres exámenes. El primero el 1 de junio, el segundo el día 9 y el 17 en mi casa hay barbacoa y fiesta. Creo que la voy a hacer country. Sin sombrero de cowboy no se puede entrar.

Si alguno se quiere apuntar, ya sabeis, traed sombrero.